Nos vamos hacia el centenario del nacimiento de JOSE MARIA ARGUEDAS ALTAMIRANO , Antropólogo , el más grande escritor indigenista , difusor y defensor de nuestra cultura andina . En homenaje a su 99 natalicio publicamos esta carta que es un llamado a la reflexión a algunos académicos , intelectuales pedantes que conociendo la grandeza de nuestra cultura andina , se niegan a aceptar su posibilidad futura , a ellos , Arguedas les escribe :
LLAMADO A ALGUNOS DOCTORES
(Traducción del harawi - haylli)
A Carlos Cueto Fernandini y John V. Murra.
Dicen que ya no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas, como el de la calandria, como el de un toro grande al que se degüella; que por eso es impertinente;Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros; doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que aquí engordan o que se vuelven amarillos.Que estén hablando, pues; que estén cotorreando si eso les gusta.¿De qué están hechos mis sesos? ¿De qué está hecha la carne de mi corazón?Los ríos corren bramando en la profundidad. El oro y la noche, la plata y la noche temible forman las rocas, las paredes de los abismos en que el río suena; de esa roca están hechos mi mente, mi corazón, mis dedos.¿Qué hay a la orilla de esos ríos que tú no conoces, doctor?Saca tu largavista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes.Quinientas flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se mezclan. Esas quinientas flores son mis sesos, mi carne.¿Por qué se ha detenido un instante el sol, por qué ha desaparecido la sombra en todas partes, doctor? Pon en marcha tu helicóptero y sube aquí, si puedes. Las plumas de los cóndores, de los pequeños pájaros se han convertido en arco iris y alumbran.Las cien flores de la quinua que sembré en las cumbres hierven al sol en colores; en flor se han convertido la negra ala del cóndor y de las aves pequeñas.Es el mediodía; estoy junto a las montañas sagradas; la gran nieve con lampos amarillos, con manchas rojizas, lanza su luz a los cielos.En esta fría tierra siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son también mi alma, mis infatigables ojos.Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han hundido.El sonido de los precipicios que nadie alcanza, la luz de la nieve rojiza que, espantando, brilla en las cumbres;el jugo feliz de millares de yerbas, de millares de raíces que piensan y saben, derramaré en tu sangre, en la niña de tus ojos.El latido de miríadas de gusanos que guardan tierra y luz; el vocerío de los insectos voladores, te los enseñaré, hermano, haré que los entiendas;Las lágrimas de las aves que cantan, su pecho que acaricia igual que la aurora, haré que las sientas y oigas.Ninguna máquina difícil hizo lo que sé, lo que sufro, lo que del gozardel mundo gozo.Sobre la tierra, desde la nieve que rompe los huesos hasta el fuego de las quebradas, delante del cielo, con su voluntad y con mis fuerzas hicimos todo esto.¡No huyasde mí, doctor, acércate! Mírame bien, reconóceme ¿Hasta cuando he de esperarte?Acércate a mí; levántame hasta la cabina de tu helicóptero. Yo te invitaré el licor de mil savias diferentes;la vida de mil plantas que cultivé en siglos, desde el pie de las nieves hasta los bosques donde tienen sus guaridas los osos salvajes.
(Traducción del harawi - haylli)
A Carlos Cueto Fernandini y John V. Murra.
Dicen que ya no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas, como el de la calandria, como el de un toro grande al que se degüella; que por eso es impertinente;Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros; doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que aquí engordan o que se vuelven amarillos.Que estén hablando, pues; que estén cotorreando si eso les gusta.¿De qué están hechos mis sesos? ¿De qué está hecha la carne de mi corazón?Los ríos corren bramando en la profundidad. El oro y la noche, la plata y la noche temible forman las rocas, las paredes de los abismos en que el río suena; de esa roca están hechos mi mente, mi corazón, mis dedos.¿Qué hay a la orilla de esos ríos que tú no conoces, doctor?Saca tu largavista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes.Quinientas flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se mezclan. Esas quinientas flores son mis sesos, mi carne.¿Por qué se ha detenido un instante el sol, por qué ha desaparecido la sombra en todas partes, doctor? Pon en marcha tu helicóptero y sube aquí, si puedes. Las plumas de los cóndores, de los pequeños pájaros se han convertido en arco iris y alumbran.Las cien flores de la quinua que sembré en las cumbres hierven al sol en colores; en flor se han convertido la negra ala del cóndor y de las aves pequeñas.Es el mediodía; estoy junto a las montañas sagradas; la gran nieve con lampos amarillos, con manchas rojizas, lanza su luz a los cielos.En esta fría tierra siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son también mi alma, mis infatigables ojos.Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han hundido.El sonido de los precipicios que nadie alcanza, la luz de la nieve rojiza que, espantando, brilla en las cumbres;el jugo feliz de millares de yerbas, de millares de raíces que piensan y saben, derramaré en tu sangre, en la niña de tus ojos.El latido de miríadas de gusanos que guardan tierra y luz; el vocerío de los insectos voladores, te los enseñaré, hermano, haré que los entiendas;Las lágrimas de las aves que cantan, su pecho que acaricia igual que la aurora, haré que las sientas y oigas.Ninguna máquina difícil hizo lo que sé, lo que sufro, lo que del gozardel mundo gozo.Sobre la tierra, desde la nieve que rompe los huesos hasta el fuego de las quebradas, delante del cielo, con su voluntad y con mis fuerzas hicimos todo esto.¡No huyasde mí, doctor, acércate! Mírame bien, reconóceme ¿Hasta cuando he de esperarte?Acércate a mí; levántame hasta la cabina de tu helicóptero. Yo te invitaré el licor de mil savias diferentes;la vida de mil plantas que cultivé en siglos, desde el pie de las nieves hasta los bosques donde tienen sus guaridas los osos salvajes.
Curaré tu fatiga que a veces te nubla como bala de plomo; te recrearé con la luz de las cien flores de quinua, con la imagen de su danza al soplo de los vientos; con el pequeño corazón de la calandria en que se retrata el mundo; te refrescaré con el agua limpia que canta y que yo arranco de la pared de los abismos que tiemplan con su sombra a nuestras criaturas.¿Trabajaré siglos de años y meses para que alguien que no me conoce y a quien no conozco me corte la cabeza con una máquina pequeña?No, hermanito mío. No ayudes a afilar esa máquina contra mí; acércate, deja que te conozca; mira detenidamente mi rostro, mis venas; el viento que va de mi tierra a la tuya es el mismo; el mismo viento respiramos; la tierra en que tus máquinas, tus libros y tus flores cuentas, baja de la mía, mejorada, amansada.Que afilen cuchillos, que hagan tronar zurriagos; que masen barro para desfugurar nuestros rostros; que todo eso hagan.No tememos a la muerte; durante siglos hemos ahogado a la muerte con nuestra sangre, la hemos hecho danzar en caminos conocidos y no conocidos.Sabemos que pretenden desfigurar nuestros rostros von barro; mostrarnos así, desfigurados, ante nuestros hijos para que ellos nos maten.No sabemos bien qué ha de suceder. Que camine la muerte hacia nosotros; que vengan esos hombres a quienes no conocemos. Los esperaremos en guardia; somos hijos del padre de todos los ríos, del padre de todas las montañas. ¿Es que ya no vale nada el mundo, hermanito doctor?No contestes que no vale. Más grande que mi fuerza en miles de años aprendida; que los músculos de mi cuello en miles de meses, en miles de años fortalecidos, es la vida, la eterna vida mía, el mundo que no descansa, que crea sin fatiga; que pare y forma como el tiempo, sin fin y sin precipicio.
marzo, 1966
marzo, 1966
18 de enero 1911 , Andahuaylas - APURIMAC, el canto de las tuyas , gorriones y torcazas , las piedras , los ríos , la voz cantada de la naturaleza , lo recibe .
Entre sus obras tenemos :
Yawar Fiesta, Agua, Los Ríos Profundos , Diamantes y Pedernales , La Agonía de Rasu Ñiti , El Sexto , El zorro de arriba y el zorro de abajo , Todas las Sangres, entre otras . Además recopilaciones .
KACHKANIRAQMI !! SIGO SIENDO !! , Taytallay José María Arguedas.
CONSUELO SALAS VALLADOLID
Lambayeque - PERÚ .
1 comentario:
grande Arguedas
si lo tienen en quechua
agradeceria si lo postean :D
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